Uno de los estereotipos más estúpidos (y que se sigue arrastrando aún en la actualidad) es aquel que considera a las mujeres como 'el sexo débil'. Los latinoamericanos nos jactamos de ser los machos de la película y los delitos contra la mujer 'son a menudo ignorados y muy raras veces penalizados' (AI). La discriminación contra la mujer también es libre de pasar fronteras, no reconoce estratos sociales ni tampoco especialidades. A la mujer se la sigue discriminando de manera tácita y solapada, como si se tratara de un apéndice masculino al que hay que hacer pasear. Ese primitivo (provinciano) comportamiento social no ha sido completamente eliminado de la colectividad por la sencilla razón de que se da por hecho que la mujer tiene 'limitaciones' y se pone como triste ejemplo a la maternidad, que, según mi humilde opinión coloca a la mujer en una posición mucho más importante para la supervivencia de la especie humana, que el hombre. En fin, no es mi intención remover el debate bizantino de la estúpida 'guerra de los sexos', sino rendir un homenaje a la única persona en haber sido dos veces galardonada con el Premio Nóbel en dos áreas científicas diferentes, química y física: Marii Skłodowska.
Una amiga polaca me obsequió estas postales donde se muestra a una Marrii en plena juventud y otra, con el padre, Władisław Skłodowski (alguien lo suficientemente inteligente como para reconocer el valor de la mujer: padre de un varón y cuatro mujeres), y dos de sus hermanas, Bronisłava y Helena (ca. 1890). Este homenaje, así como mi anterior relacionado con Polgár Zsuzsanna (y, por supuesto otros más), nos sirven de ejemplo para desbaratar prejuicios, complejos, estereotipos y miedos que pocas veces somos capaces de admitir. Este es un pequeño homenaje a todos esos héroes y heroínas que lo hacen posible
Una amiga polaca me obsequió estas postales donde se muestra a una Marrii en plena juventud y otra, con el padre, Władisław Skłodowski (alguien lo suficientemente inteligente como para reconocer el valor de la mujer: padre de un varón y cuatro mujeres), y dos de sus hermanas, Bronisłava y Helena (ca. 1890). Este homenaje, así como mi anterior relacionado con Polgár Zsuzsanna (y, por supuesto otros más), nos sirven de ejemplo para desbaratar prejuicios, complejos, estereotipos y miedos que pocas veces somos capaces de admitir. Este es un pequeño homenaje a todos esos héroes y heroínas que lo hacen posible
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