domingo, 13 de enero de 2008

¿Deben desaparecer algunas 'tradiciones'?

Las tradiciones sobreviven al tiempo de manera indiscutible. Muchas de ellas todavía mantienen su espíritu original y, quizás, hasta su razón de ser, como aquellas que se celebraban en la antigua Grecia y que han pervivido hasta nuestros días denominadas Olimpiadas (sobre su mercantilización hablaré en otro momento). Hay tradiciones de todo tipo y en todas partes. Una que se celebra en nuestro país, y que se aproxima con bastante celeridad, es esa del carnaval. Como fiesta pagana, llena de desenfreno y excesos (algo que debería llevarnos a la reflexión), es cultivada de maneras distintas dependiendo del lugar. Aunque el carnaval tiene su expresión característica en todas partes del mundo ahora sólo me refereriré a nuestro caso, el carnaval boliviano. Ya sé, cada año es lo mismo: gentes tildadas de 'loquitas' o 'abraza-árboles' aparecen reclamando por la depredación a nuestros animales y no pasa nada. Igualito, grandes fraternidades con sus matracas de quirquinchitos, plumas de avestruz, o de cualquier otra ave (todas sirven a la hora de hacer un traje), aparecen 'orgullosas' ante las cámaras y el mundo vanagloriándose de su 'profunda religiosidad'. Nada cambia; en Bolivia tenemos la 'tradición' de ser muy bailadores, especialmente en carnaval. No dejamos de bailar aunque se caiga el cielo, llueva, granice o un ejército nos invada: el carnaval no se suspende. Es más, el carnaval se extiende a lo largo del año, no sólo con presteríos sino también con reuniones, ensayos, prácticas y los infaltables eventos precarnavaleros, postcarnavaleros y/o las elecciones de las trístemente célebres 'reinas' del carnaval. No quiero hablar de toda esa degradación por ahora, sino que prefiero limitarme a criticar la depredación que provocamos durante todo el año, ya que esas susodichas y 'tradicionales' entraditas no sólo se llevan a cabo en el carnaval, sino también en otras épocas del año y con diferentes nombres y en diferentes lugares del país (tampoco quiero hablar de otras 'tradiciones' depredadoras que analizaré en otro momento).
Ahora, existen otras excusas más para hacer un carnaval en cualquier época del año, con el inexcusable beneficio monetario que esta 'tradición' le genera a las cerveceras inescrupulosas que ofrecen sus productos a cambio de 'patrocinar' tal o cual evento (el negocito del carnaval mueve dinero verde en millones y para eso sólo basta leer cualquier pasquín boliviano que hace de esa 'noticia' su mayor logro: cuanto más se gaste 'mejor' es ese carnaval regional).

Es decir, durante todo el año nos dedicamos a bailar, intoxicarnos y depredar nuestro medio ambiente inculcándoles semejante comportamiento a nuestros niños que, aprehenden todo y nos toman como modelos a seguir.
Para medir la magnitud de tales depredaciones imaginemos una comparsa de 100 integrantes de tobas (un número relativamente bajo considerando que las susodichas fraternidades se jactan de tener cientos de comparseros: cuantos más mejor es su popularidad), todos ataviados con sus plumajes coloridos, vistosos, extravagantes, estilizados y advenedizos (parecen jefes de tribus apaches). ¿De dónde vienen todas esas plumas para vestir a cien, o más, tobas? ¿Y qué pasa con los cóndores? La figura del cóndor es infaltable en las entradas (en la danza de los morenos), pero lo más increíble de todo es que ¡el disfraz del bailarín está confeccionado con plumas reales de cóndor! No creo necesario recordarles los miles de quirquinchitos sacrificados en aras de 'nuestras tradiciones', o las miles de pieles de ocelotes, de tigresillos de monte, de plumas de otras aves, y demás 'adornos' sangrientos que nuestros bailarines y/o reinas lucen orgullosos en el las entradas del carnaval, del Gran Poder, de Ch'utillos, de aquí o de allá (hay muchas otras que se llevan a cabo en todas partes del país). Pero no todo termina ahí, sino que, no siendo capaces de cuidar nuestros animales, también contaminamos nuestro medio ambiente generando millones de toneladas de basura, desperdicios de papel (sepentinas, mixturas, etc.), de plásticos, de látex, de pinturas tóxicas con las que se bañan todos -hasta los más pequeñitos-, de espumas nocivas y de tintas artificiales que inevitablemente van a parar a nuestros estómagos y a nuestros desagües -con sus consiguientes consecuencias en épocas de lluvia/inundaciones- y, por supuesto, a nuestras reservas acuíferas (que también terminan dentro de nuestros estómagos y dentro de los estómagos de otros animales). Y todo eso algunos de los 'fraternos' lo hacen 'por Fé' (!?). Y aunque esta vez sólo hablo del carnaval, la misma reflexión debería valer para otras manifestaciones de 'nuestras tradiciones' como las Navidades o San Juan o las romerías a templos o santuarios como Copacabana, Cotoca, Quillacollo, etc.
¿Cuándo una tradición merece ser mantenida y defendida? Responder a esto requiere de una profunda reflexión y análisis pero creo que mantener una tradición que involucre un comportamiento irresponsable e irracional de parte de sus practicantes es inconcebible y debe ser cuidadosamente sometida a escrutinio o mejor aún eliminada, y en el mejor de los casos, si es posible, ser adecuada o regulada de tal forma que se acomode a nuestra realidad ambiental y social de acuerdo a postulados que garanticen su libre expresión pero sin causar daños ni perjuicios a otras personas ni tampoco a nuestro delicado ecosistema.
Ahora, es posible que ciertas tradiciones hayan surgido como una expresión cultural de ciertas necesidades o de la percepción que un grupo de personas tuvo a lo largo de nuestra historia y que, por lo tanto, merezcan ser preservadas como productos de la riqueza cultural de una región; pero, cuando estas 'tradiciones' se degeneran o producen más daño que beneficio deberían ser sujetas a profundo análisis y profundas reformas. Muchas tradiciones solamente obedecen al movimiento monetario que generan por lo que difícilmente me atrevería a considerarlas necesarias; otras, han sido 'creadas' con ciertos intereses personales (o cosas peores), por lo que merecen ser cuestionadas aún más. En nuestros días, debido al creciente incremento poblacional es fácil colegir el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente por lo que un análisis exhaustivo de nuestro comportamiento durante estas 'expresiones culturales' es necesario para evitar un mayor daño a nuestra salud, a nuestro ecosistema o a nuestra forma de vida.
Lastimosamente, es posible que este año, como muchos más antes, tengamos que aguantar la depredación a nuestro medio ambiente (otra vez) por parte de todos los carnavaleros. ¿Se puede hacer algo para evitarlo? Creo que todo depende de cada uno de nosotros y de nuestras propias acciones.


Fotos: ABI, El Deber

2 comentarios:

Admin dijo...

Rebelde, aunque no estuve de acuerdo con tu cruzada navideña, no puedo evitar compartir tu opinión sobre el carnaval. La verdad es que de todas las celebraciones es, de lejos, una de las tradiciones más degradantes de nuestro país. Si bien la mayoría de las fiestas tienen algo de comercial, es el carnaval, uno de los mejores ejemplos de cómo se celebran el libertinaje en un frenesí de consumismo y excesos en nombre de las “tradiciones”.


Volviendo a las cruzadas navideñas… me sorprende que nadie haya comentado en esta entrada y que no existan (hasta este momento) críticas a esta “celebración” en la blogosfera boliviana. Ojala me equivoque, pero empiezo a pensar que los tan famosos críticos navideños que tildaron esta fiesta de comercial, falsa, etc. (a pesar de que promueve valores, sirve como momento de reflexión, tiene gran significado religioso) están celebrando de buena gana el carnaval. No me sorprendería por tanto saber que la omisión del consumismo carnavalero sea parte de su actitud farisaica.


Volviendo al tema y para terminar, las festividades, en su mayoría, no son el problema… Las “tradiciones” impulsadas por las empresas de nuestro medio han convertido muchas festividades que promueven valores éticos y culturales (Navidad/Pascua) y otras que no (Carnaval Cruceño/ Entrada del Gran Poder /etc.) en simples desfiles de avisos publicitarios (Coca-Cola con la Navidad, Stege con San Juan… Paceña es Carnaval, etc.)He ahí el meollo del asunto, lo que queda por hacer es rescatar las verdaderas tradiciones de la influencia de las Marcas…

Rebelde dijo...

100 por 100 contigo. El problema está en cómo hacerlo. Estamos apegados al mercantilismo, y en eso se van también nuestras 'tradiciones'. Yo creo que ya no son tales, sino un apéndice más con el cual el señor dinero puede reinar con mayor comodidad, lo peor es que si algún comerciante se percata de eso le puede sacar rédito al asuntito. Ya lo has dicho, cada fiesta tiene su patrocinador y eso es como para pegarse a llorar.
Respecto a las navidades, respeto tu opinión, pero mantengo mi intención de condenarla siempre y cuando siga a pegada a valores monetarios (sea de donde sea que venga y como sea que esté disimulada o empaquetada). Sigue siendo el señor dinero el que manda, en navidad, en año nuevo o donde sea. Como dicen las películas de Walt Disney: todos tienen un regalo en navidad, porque lo importante es dar, dar regalos. Una pena.

Saludos Rebeldes

P.D., sí, es una pena no tener opiniones de la gente respecto a este tema que es el carnaval. Es la época más trágica del año y parece que a pocos nos conmueve. Gracias por ser uno de ellos.