Los bolivianos -aunque no exclusivamente- nos caracterizamos por ser maestros del no-me-importismo recalcitrante. Nos pavoneamos de estar siempre en lo correcto y somos bien capos para negar-deslindar-evadir nuestras responsabilidades. Claro, somos muy buenos para criticar, a todos, pero no a nosotros mismos; es como si estuviésemos convencidos de nuestra infalibilidad de manera profunda. A la mayoría nos cuesta aceptar estar equivocados o que existan personas que piensen diferente o que existan personas que simplemente no comparten nuestra forma de pensar-vivir o que, simplemente, existan personas diferentes. Si utilizásemos algunas palabras para describirnos no nos sería difícil encontrar 'irresponsable', 'egoísta' e 'intolerante' en nuestro perfil nacional. Aún así, a pesar de ser, además, excesivamente simplistas (metemos a todos en el mismo saco) nos cuesta poco esfuerzo el autoexcluirnos cuando nos llega la hora de rendir cuentas: el arte del 'yo-no-fuí' para, obviamente, evadir nuestras responsabilidades como siempre lo hacemos.
Tratando de encontrar algún reporte que hable sobre la depredación anual que hacemos de nuestro ecosistema anduve revisando los medios nacionales que hubiesen hablado del carnaval y la depredación ocasionada durante esos días de jolgorio (existen muchos crímenes ecológicos que nuestras ridículas 'tradiciones ancestrales' y/o mundanas nos empujan a cometer sin siquiera ejercer un mínimo de resistencia contra el hecho, aunque ahora me estoy refiriendo sólo al carnaval boliviano). Me encontré con la desagradable sorpresa de que ningún medio (de cuantos tengo conocimiento, ya no estoy seguro de haber revisado la totalidad de medios existentes en el país sólo los 'más consultados') ha hecho notoria la depredación ocasionada por los 'devotos' de las entraditas carnavaleras. Un artículo en ABI anuncia el potencial procesamiento legal -e inédito- de bailarines del carnaval orureño: tres grupos serán procesados e investigados para encontrar responsabilidades contra el incumplimiento de una imperfectas regulaciones legales. El periódico 'El Diario' repite la noticia pero sin complementar nada al respecto; mientras que, el resto, no menciona nada en absoluto aunque sí dedican un editorial para criticar la estúpida insistencia en parecernos a lo que no somos y otro para ensalzar una 'tradición' que la hace invaluable para toda la humanidad (!?) dado que es una 'maravillosa muestra devocional y folklórica que se produce en nuestra ciudad' (sic).
Basta pasearse por las páginas dedicadas a echar flores a esta degradación para entender fácilmente que nuestras leyes no funcionan, nuestra gente sigue evadiendo sus responsabilidades y nuestros animales siguen desapareciendo. Mientras tanto, seguiremos haciendo gala de nuestra tradicional costumbre de evadir nuestras responsabilidades y nuestras imprácticas leyes; así, no me extrañaría que a esos grupos de bailarines del carnaval no les vayan a hacer más daño que el ser multados con unos míseros pesitos y un jalón de orejas simbólico hasta el próximo año, cuando vuelvan a delinquir. Total, con lo devotos que somos, siempre uno se puede arrepentir para pecar de nuevo gracias la Mamita del Socavón que lo perdona todo si bailas como un diablo y derrochas como un descosido.
Aclaración: Antes de generar polémica Rebelde desea dejar claro que las críticas vertidas en este post van dirigidas a todos aquellos que se reconocen, sinceramente, como parte activa en este proceso depredador. Si el lector se identifica con aquello que Rebelde critica considero que ya es hora de reflexionar al respecto y modificar actitudes. Rebelde hace lo mismo consigo mismo y acepta esta crítica como una crítica personal con la misma fuerza con la que la hace a todos aquellos que tienen cierta responsabilidad en el daño medioambiental analizado. Tampoco es la intención de Rebelde el criticar los valores culturales de nuestra sociedad -o de cualquier otra- sino el de ser un portavoz de aquellos, que por su naturaleza, no son capaces de hacer entender al ser humano que él no es dueño solitario del planeta para destruirlo siguiendo caprichos personales y egoístas.
Fotos: ABI, Public Domain
Basta pasearse por las páginas dedicadas a echar flores a esta degradación para entender fácilmente que nuestras leyes no funcionan, nuestra gente sigue evadiendo sus responsabilidades y nuestros animales siguen desapareciendo. Mientras tanto, seguiremos haciendo gala de nuestra tradicional costumbre de evadir nuestras responsabilidades y nuestras imprácticas leyes; así, no me extrañaría que a esos grupos de bailarines del carnaval no les vayan a hacer más daño que el ser multados con unos míseros pesitos y un jalón de orejas simbólico hasta el próximo año, cuando vuelvan a delinquir. Total, con lo devotos que somos, siempre uno se puede arrepentir para pecar de nuevo gracias la Mamita del Socavón que lo perdona todo si bailas como un diablo y derrochas como un descosido.
Aclaración: Antes de generar polémica Rebelde desea dejar claro que las críticas vertidas en este post van dirigidas a todos aquellos que se reconocen, sinceramente, como parte activa en este proceso depredador. Si el lector se identifica con aquello que Rebelde critica considero que ya es hora de reflexionar al respecto y modificar actitudes. Rebelde hace lo mismo consigo mismo y acepta esta crítica como una crítica personal con la misma fuerza con la que la hace a todos aquellos que tienen cierta responsabilidad en el daño medioambiental analizado. Tampoco es la intención de Rebelde el criticar los valores culturales de nuestra sociedad -o de cualquier otra- sino el de ser un portavoz de aquellos, que por su naturaleza, no son capaces de hacer entender al ser humano que él no es dueño solitario del planeta para destruirlo siguiendo caprichos personales y egoístas.
Fotos: ABI, Public Domain
Nota: para confeccionar un traje como el que se aprecia en la foto es necesario utilizar más de una ave (¡qué horrible suena eso!); si consideramos la cantidad de participantes de una entrada podemos fácilmente percatarnos de la extensión del daño causado en la pariguana rosada, por ejemplo.
4 comentarios:
Hola Rebelde, pues el arte del yo-no-fui y del evadir a las responsabilidades es un arte que se practica mucho en Malta tambien, como ya sabras. Cada año caen sobre un millon de pajaros del cielo, muchos de los cuales son 'protegidos' por nuestras leyes, claro. Si preguntas - Quien lo ha hecho? - pues la gente te contesta - Su nombre es Nadie. Y todos siguen viviendo en su 'mundo feliz', tomando 'soma' ... :)
Sí, definitivamente. Somos buenos para evadir todo excepto nuestras responsabilidades. Esta es una enfermedad generalizada, una peste que necesita una vacuna. ¡Habrá que buscarla!
Creo que tomar consciencia es el primer paso y depende de todos los que, en teoría, nos damos cuenta del estado de las cosas. Creo que debemos poner alma, vida y corazón en el asunto. Creo que es posible siempre que lo hagamos juntos.
Saludos Rebeldes, Kiwi-Rebelde
Hola, Rebelde:
Estoy de acuerdo con tus comentarios. Pero no sé si la caracterización del boliviano no es, en relidad, la caracterización del ser humano. Chinos, americanos, bolivianos; tú, yo, todos nosotros. Basta con ver el planeta que nos han dejado y que vamos a dejar (culpas directas o indirectas, ya no importa). Creo que al igual que en el primer mundo, tenemos nuestra cuota de culpa en lo de depredar el planeta. Unos,contaminándolo a más no poder luego de haberlo exprimido hasta el límite, y nosotros también, a nuestra manera imitativa y folklórica. Y si por lo que cabo de decir, te parece que estoy deslindando responsabilidades, nada más lejos de la realidad. Todos somos culpables.
Miguel
Definitivamente, Miguel. No podemos echar la culpa a nadie más que a nuestras propias acciones. Y también en lo de la caracterización del boliviano, pues sí, es válida para cualquier otra nacionalidad que busque su satisfacción personal a través de tradiciones depredadoras; esto vale aquí y en la China. Quizás, como triste consuelo, podemos decir que nuestra incipiente industrialización y pequeña densidad poblacional ha limitado la destrucción que podemos infligir en el medio ambiente. No sé, quizás hasta haya sido bueno, pero ya va siendo hora de ponernos a reflexionar en el tema y buscar la manera de evitar más destrucción.
Saludos Rebeldes, Miguel
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