domingo, 12 de octubre de 2008

A propósito de la encuesta XXIII


La excusa de la construcción de represas en ríos bolivianos que alimentan el Amazonas se está convirtiendo (con la complicidad de gobiernos y empresarios privados) en un peligro inminente para el ecosistema regional -que no sólo incluye a nuestro país como a algunos recalcitrantes ciudadanos patrioteros les gustaría pensar- que afecta a toda la región, y por qué no decirlo, al planeta entero, debido a la importancia que el Amazonas representa para el planeta Tierra.

Hay algunos ejemplos claros acerca de los efectos experimentados por dichas empresas (la represa de Itaipú o la trístemente célebre Represa de las Tres gargantas, en China) que han modificado no sólo su entorno ecológico de manera dramática sino también la vida de sus habitantes humanos; algo que debiera servirnos de paradigmas obligatorios a revisar antes de embarcarnos en la nave del progreso económico dispuesto a sacrificar todo, vidas animales, vegetales y humanas.

Hace algunos meses atrás el gobierno boliviano hizo todo un escándalo acerca de una represa generadora de electricidad en Brasil utilizando el potencial de los ríos que nacen en nuestra región andina. Lo que me parece muy difícil de entender es cómo, luego de semejante escándalo, el gobierno se haya olvidado del tema y, lo más soprendente, ¡se haya encaminado en la misma senda que el proyecto ecocida brasileño! ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso porque la represa sea boliviana es buena y porque sea brasileña tenga que ser mala? ¿Acaso porque existan represas en Brasil también tengamos la necesidad de construir las nuestras? ¿Es tan importante la existencia de una represa? ¿No existe ninguna otra alternativa?

Sin afanes conspirativos o excesivamente suspicaces, me permití lanzar la pregunta en cuestión en esta encuesta. Los resultados muestran que la mayoría se opone a la construcción de las mismas, pero ¿estamos de verdad completamente informados al respecto? No es culpa de la opinión pública no tener toda la información sino de los medios de comunicación y los organismos de relaciones públicas del gobierno. Tengo la impresión de que la alharaca previa a la construcción de las dichosas represas ha dado paso a la algarabía de nuevos proyectos hidráulicos que le permitirán al país 'potenciarse' energética y económicamente. Creo que lo que se debería exigir (y es bueno repetir la importancia de los medios como los primeros llamados a hacerlo) que se aclare perfectamente el futuro que nuestro sistema fluvial ha de experimentar con la construcción de dichas represas, cuál será el resultado de su construcción como impacto ambiental, los efectos a corto, mediano y largo plazo en las comunidades aledañas y, quizás mucho más importante, el daño ocasionado en el sistema ecológico en delicado equilibrio de la zona. Nuestro ecosistema depende de él, nuestra propia biodiversidad -una de las más ricas del planeta- dependen de él. Es hora de ponernos en acción y quedarnos en silencio no debería ser una opción. Necesitamos estar más informados y el gobierno debe encargarse de hacer eso posible.


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