lunes, 24 de marzo de 2008

Malos Hábitos: ¡Compre ya!


Hace algunos años comenzó, en Bolivia, una nueva forma de satisfacer 'necesidades' personales 'sin salir de su casa'. Se trataba de una especie de micropropagandas publicitarias que inducían al televidente a comprar tal o cual milagroso y sorprendentemente barato cachivache-artículo de limpieza-no sé qué ocho cuartos. Le dieron el poco creativo nombre de 'Teleshoping' para 'comprar sin moverse de la comodidad del asiento de su casa'. Los productos anunciados variaban desde una simple parrilla para sostener estuches de CD's hasta artículos de limpieza nunca antes vistos, pero sobre todo nunca antes necesitados por la gente hasta, precisamente, el momento en que tuvieron la desgracia de ver semejante comercial. El 'Úselo y Tírelo', que Galeano describe tan magistralmente, en acción.

La técnica de usar mensajes publicitarios funciona muy bien en la mente humana, pues, como dice John Naish en la edición de febrero de la revista Ecologist, se explota la capacidad humana almacenada en sus genes para inducir a los potenciales compradores a acumular artículos innecesarios con la esperanza de que estos logren mejorar su estatus social, aunque, como es de esperarse, luego de que la compra se haya consumado se experimente un sentimiento de pesar identificado como el 'remordimiento del comprador'.

La propaganda funciona muy bien cuando se trata de manipular la mente humana; la política ya ha hecho un uso eficiente y devastador de esta poderosa arma, que, ahora, también está en manos de gente inescrupulosa identificada con el mercado y la producción industrial de todo tipo de artículos y productos innecesarios pero que llevan la etiqueta de 'imprescindibles' en todos los hogares.

Hace algunos años recuerdo que incluso algunos noticieros de la televisión y la radio solían usar a los precios de la Coca Cola como indicador de la inflación y como componente necesario de la canasta familiar (!?). Afortunadamente ese tipo de estupidez ha pasado pero lastimosamente ha dado paso a otras, las cuales están, ahora, en manos de gente igual de poderosa. ¿Ejemplos? Bueno, pues. La que era conocida como la Copa Libertadores de América ahora se llama Toyota, y para equipararla se creó otro negocio-deporte con el nombre de Copa Nissan Sudamericana. Ni qué hablar de la insignificante Copa Aerosur por la que cuatro equipos de inútiles se disputan los pasajes que esta gente les promete mientras se embolsa lo que el resto de aficionados paga cuando ingresan a los estadios.

Comprar es una 'terapia' que muchas mujeres se han creído (tanto como esa que dice que se debe comer en exceso cuando se está triste o atragantarse con helado debido a la depresión). Eso les hace blanco efectivo de cualquier tipo de comercial y muchos las usan para sus propósitos. Todas las armas del mercado las tienen en la mira: cosméticos, ropa, calzados, joyas, automóviles, comida, electrodomésticos, turismo, un desayuno en frente de las vidrieras de una corporación que le arranca a la tierra sus riquezas. La lista no acaba pero pocas instituciones se ocupan de defenderlas. ¿Dónde están las organizaciones feministas que defiendan a las mujeres contra el consumismo y el abuso de las corporaciones?

Comprar sólo estimula a los vendedores, hace dependientes a los compradores y poderosos a los magnates industriales que siguen engordando mientras la tierra sigue convirtiéndose más y más en ese basurero del que nos advierte Chomsky y al que parecemos no querer escuchar -pero al que nos dirigimos inexorablemente. ¿Acaso todo está perdido? Personalmente me gusta pensar que no, aunque tal como vamos, a veces, dan ganas de llorar porque la realidad nos parece querer mostrar que no hay otra salida posible.

Arte: Public Domain
Retoque: Rebelde

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