domingo, 22 de febrero de 2009

Quieren hacer de Santa Cruz un eterno carnaval


El carnaval privatizado se ha vuelto un gran negocio para pocos

El absurdo de generalizar el carácter del cruceño como carnavalero. Hay una caracterización absurda que hacen sociólogos improvisados, analistas de pliqui y disparatados discurseadores que con espumarajos en la boca recitan cada vez que pueden la idea de que "el cruceño es alegre y carnavalero... hasta cuando protesta". Guiados por esa idea los compositores de taquiraris y brincaos la incorporan en sus letras y se escucha cosas como "camba, que viva el camba, carnavalero de tradición" o "soy el carnaval... soy la esencia misma del alma oriental" y así más y más.

Pero veamos, el carnaval es algo común al conjunto societal boliviano, tanto aquí como en occidente se vive intensamente el carnaval igual que en otras latitudes del mundo. También la alegría es un atributo de cualquier ser humano y no propiedad cruceña, pero ah también... ¡la tristeza! aunque se la oculte. Entre alegrías y tristezas vivimos todos los pueblos. Por eso es un tanto ligero caracterizar a la gente cruceña y sólo a la cruceña de carnavalera y por lo que hace en 4 días locos y no se la caracteriza por lo que hace el resto del tiempo o ¿acaso el carnaval es eterno en Santa Cruz?

Decir que el ser cruceño es carnavalero es subjetivo y una arbitrariedad que busca desorientar al pueblo cruceño para obligarle a actuar de forma inmadura porque conviene a alguien que no madure, que no dé importancia a lo crucial y valore más lo banal. Paula Peña, asesora de los cívicos, sostiene con vehemencia que "el carnaval es nuestra identidad" y la identidad ahora es cuestión de estado, más que comer y beber. Pese a que la identidad siempre es relativa porque todo cambia, sin embargo más importante para conocer el carácter de los pueblos es la tragedia no la fiesta.

Decir que el cruceño es carnavalero sobre todas las cosas es la base para justificar la inversión de valores y criterios trayendo graves deformaciones en el comportamiento social porque no se comprende la realidad y por tanto no se puede reconocer la situación que se vive. Como ejemplo está lo sucedido en la última concentración cívica en El Cristo rechazando la nueva constitución y por el NO. Daba pena y risa ver cómo tras cada encendido y amenazador discurso se oía estruendoso por los altavoces la introducción de una conocida pieza musical "!y que viva el carnaval...!"Ahí esta la prueba de la falta de ubicación y la tragicomedia que alientan los cívicos desubicados.

Los grupos de poder que se sienten gringos y viven como tales, y no como el resto de los bolivianos, imponen al pueblo sus antivalores a nombre de la defensa del "modo de vida cruceño" lo que les da carta blanca. El dictat despótico de los platudos y sus seguidores se esmera en que el camba acepte como suyo un mundo falso, ruidoso y teñido de patrioterismo para que no se rebele y deje actuar a la corrupción galopante, a la mediocridad, a la incapacidad y el manejo oscuro de la cosa pública.

El carnaval punto de partida de la gran inversión de valores


El carnaval ha pasado a formar parte de la construcción de la ideología de dominación y desorientación. Algo que inicialmente era farsa, ahora, influido por visiones cada vez más sicóticos se ha vuelto algo SERIESISIMO, más importante que nada, un emblema, una religión.

Las comparsas.- En el carnaval cruceño, y a veces actuando fuera de él, abundan las comparsas y con nombres que en su mayoría están preñados de antivalores. Ahí están los flojonazos, los badulaques, los bellacos, los fachosos y otras mil designaciones que reflejan con sorna propia del carnaval cierta rebeldía o rechazo a lo formal o a la moral dominante, pero lo grave es que en Santa Cruz las comparsas no son momentáneas, se prolongan para toda la vida como instituciones serias, con mucho patrimonio e influencia cívico política. En la medida en que todo es finalmente tan serio al punto de institucionalizarse y convertirse en característica social los antivalores que levantan tienden a funcionar en la vida diaria sin que a nadie le parezca raro. Ese es el preocupante fenómeno cruceño, la inversión de valores proyectada más allá del carnaval a la vida cotidiana, cosa morbosa que los cívicos y sus seguidores presentan como algo bueno y ellos mismos se dicen ser sus mejores cultores y propagandizadores.

Las reinas.- La clase dominante cruceña tiene frustraciones históricas, por eso adora el mito hispánico y a la nobleza, soñando con tener abolengo y alta cuna. Busca llenar su vacío rodeándose de "reinas" a las que trata de revestir de gran pompa. Pero lo que en cualquier lado es mera gracia en Santa Cruz tiende a ser una institución seria. El cargo de "reina del carnaval cruceño" casi tiene poder político, los medios dicen "es la reina", "nuestra soberana", la "reina de toda Santa Cruz"; la corona que ciñe es una joya valiosa de más de 3 mil dólares que cada año se prepara con mucho esmero; quienes hacen de reinas toman muy a pecho su cargo, la reina 2009, María René Antelo, aparece en eventos de todo tipo y a ritmo febril busca popularidad, poniendo en aprietos a los comparseros que no pueden acompañar tanta actividad. Todo se ha tornado tan serio.

En Santa Cruz como figura principal del carnaval no se elige como en otros lados a un rey Momo, si aparece es figura de relleno. Aquí se elige una reina. Además de la añoranza por los títulos de nobleza, todos presumen mucho de la belleza proverbial y natural de las mujeres cruceñas, haciendo que su figura tenga gran relevancia. Pero a la vez que hay adoración a la mujer también hay la subordinación de ésta a un rol fijado por el machismo y clasismo dominante. En realidad "la mujer" no existe sino mujeres específicas. El parámetro son las reinas, magnífica, divas, esas que tienen la oportunidad de salir en las páginas de los periódicos mientras la mujer común, la comerciante, la mujer trabajadora, está relegada, es anónima. El estereotipo es ver a la mujer sólo como cara y cuerpo bonito en lugar de valorar, además de estos atributos naturales, su inteligencia y capacidad.

Paula Peña afirma que la incorporación de la mujer en el carnaval se da en 1937 cuando se nombra la primera reina, hecho un tanto pasivo igual que asistir al corso con su pareja. Recién hace unos 15 años hubo mujeres que rompiendo la tradición van al carnaval con comparsas propias y ahora hasta buscan "coronar", si lo hacen ¿será a una mujer o a un varón? Como han invadido el campo patriarcal queriendo romper la tradición machista viven la agresión y la discriminación permanente.

En la conservadora sociedad cruceña las niñas se mueren por ser reinas y si es del carnaval mejor, pero para ello hay que tener mucho dinero para los gastos, ser de familia importante, con influencia y poder. El rol de muñeca impuesto a la mujer es tal que se ve a muchas familias preparar a sus hijas desde la cuna para ser reinas, desde el kinder, en infinidad de eventos, ensayando para que luzcan sus atributos. La mujer cruceña así aún es esclava de criterios trasnochados como ese de que su principal capital es su físico para encontrar al príncipe soñado y dorado, por eso es tanto afán para el cuidado del cuerpo y ser atractiva. Cuán lejos de lo que exige la modernidad donde la liberación de la mujer es capítulo básico, debiendo orientar sus afanes más bien al cultivo del arte, la política, la ciencia, donde más vale el cerebro que el trasero.

La inversión de valores llega a la política


En el carnaval son las comparsas, casi todas de varones, las que definen la "fiesta grande". Pero para temas más serios están las fraternidades, cara pública de las logias, igual sólo de varones, que a puerta cerrada, en los "jueves de frater", definen la política cruceñista, el futuro de Santa Cruz y es con los mismos prejuicios machistas, racistas y chauvinistas, con la moral invertida. Por eso los cívicos aparecen proyectando o descargando sus males sobre sus opositores a la vez que se adjudican valores ajenos, por eso dicen terribles barrabasadas. Por ejemplo los más recalcitrantes y conocidos herederos de los grupos de derecha aparecen como defensores de... ¡la libertad y la democracia!, cuando ellos fueron paridos por las dictaduras pero acusan al gobierno de "dictador". O el caso reciente de empresarios y cívicos, acérrimos defensores de lo privado, que denuncian al gobierno del MAS, que al margen de su esencia partidaria es oficialmente poder estatal, por dizque querer... ¡apoderarse de los yacimientos gasíferos del Chaco que siempre han sido propiedad del Estado boliviano! ¡pero qué es esto! ¡alguien tiene un tornillo flojo! Ejemplos de esta locura abundan, los cívicos se presentan como pacíficos, demócratas, honrados, leales, siendo todo lo contrario.

En la política comunal igual se ve a un personaje de carnaval que podía ser buen rey Momo, el alcalde Percy Fernández, actuando a diario haciendo payasadas cuando se trata de cosas serias. Nadie parece preocuparse de tanta impertinencia, todos callan a nombre del cruceñismo. Así la gente se acostumbra a creer que lo serio es el carnaval de unos cuantos días y lo banal los demás días del año.

Entonces el manejo de la cosa pública es un carnaval, sin que nadie pueda criticar porque sería tachado de anticruceñista y casi todas las instituciones están controladas por alquilados. Así se viene haciendo caso a la recomendación de la canción que dice "11% para el carnaval", que virtualmente es un llamado en clave para que los carnavaleros, en este caso los ricos, despilfarren o se embolsillen los recursos de los cruceños.

La masa, la cambada, no puede hacer política, eso es pecado, sólo le está reservado el rol de mira corsos o mira cabildos o escucha discursos., Para los arreados para los alquilados les han dicho que hacer política a lo cruceño es a lo carnavalero, bebiendo cerveza y bailando el regetton "que viva el camba".

Cultura versus barbarie

Dos tendencias pugnan por imponerse sobre el carnaval. Una es aquella que busca mostrar mayor elaboración e intenta darle verdadero cariz cultural (que pierde si es copia de otros países o culturas). La otra es esa que cree que el carnaval cruceño debe ser así nomás, comparsas que pasen por el corso en patota, bebidos, deambulando las calles pintarrajeando a medio mundo, haciendo estropicio.

Hay grandes quejas contra el corso, calificado por muchos como una burrera porque es un pasar de grupos de jóvenes y viejos que sin educación ni cultura echan espuma por todo lado, beben cerveza y demás. La presidenta de las Pioneras propone reformas como que primero pasen los jóvenes para que no estén "bebiendo desde las 4 de la tarde y haciendo muchachos en las calles adyacentes", pero se le ríen. Es posible que se permita todo esto sin límite y lo fomente la institucionalidad para poder tener gente subordinada y leal que no les cuestione, igual que cuando se dan los "cabildos" a donde asisten muchos porque habrá fiesta, pirañee, bebida. Todo esto puede ser tradicional pero no es cultura sino todo lo contrario, es barbarie. Peor aún el desenfreno que se apodera del centro de la ciudad por 2 días impidiendo que cualquier cristiano pueda salir a la calle so peligro de ser pintarrajeado, eso es la incultura.

Pero de dónde surge tanta majadería. Alguno plantea que es mala educación desde pequeños. El propio Bismarck Kreidler reconoce al corso infantil como la escuela del irrespeto, punto de origen de las malas enseñanzas. Es que el corso infantil es casi una réplica del corso de mayores lo que resulta ser una BARBARIDAD porque en realidad aplasta al mundo infantil. Da pena ver a comparsitas de niños con sus casacas, igualitos que los mayores, tirando espuma por todo lado, agrupados por sus padres algunos de los cuales se la pasan bebiendo. No se puede aceptar que se trate a los niños como si fuesen mayores, eso se hacía en siglos pasados y está superado. En la época actual se trata de que los niños se desarrollen protegidos de estímulos negativos como la violencia, la borrachera o el abuso. No pueden imponérseles esquemas adultos. Cuan negativas son por ejemplo esas fiestas infantiles amenizadas con canciones modernas de connotación sexual. En el carnaval todo eso se multiplica, se impone sobre ellos el mundo de los adultos ruidoso, sucio, desenfrenado. El caso es extremo al llegar incluso a inculcarles fanatismo y odio racial, regional o cultural. Así sólo se está montando una bomba de tiempo. Son signos que nos muestran la necesidad de que Santa Cruz supere el atraso, igual que el resto de Bolivia.

El carnaval cumple doble función, distraer y hacer negocio

Hay quienes viven en carnaval permanente a punta de derroche de los recursos públicos y de las cooperativas, del saqueo de los recursos naturales vía entrega a trasnacionales o a sus agentes criollos, mientras el pueblo lomea y sufre eternamente. En carnaval se permite el desate general por cuatro días para que la gente libere sus energías, se distraiga y olvide su malestar. Desde siempre el carnaval eran esos días donde la gente daba rienda suelta a la diversión y el juego, los disfraces y el baile, olvidando las preocupaciones como una catarsis.

Por otro lado el carnaval cruceño se ha vuelto pieza de caza para que vayan al asalto de ella todos los negociantes que quieran tener parte en el banquete a cambio de darle su tajada a la ACCC (Asociación Cruceña de Comparsas Carnavaleras), dueña y señora del manejo del carnaval cruceño y pieza notable de la "institucionalidad" cruceña dominada por las logias que dejan sin rienda a la juventud para que no cuestione a los de arriba y se hunda en el abuso de la bebida y el sexo.

Sobre esta tendencia del carnaval a convertirse en negocio ya advirtió el propio comparsero y cívico Nino Gandarillas al decir que "para los comparseros el carnaval es un gran negocio". Es que hace tiempo la ACCC tiene todos los derechos sobre "la fiesta grande de los cruceños", despojados al municipio gracias a resolución del Concejo Municipal que obliga a la ciudad a jugar apenas el papel de alpargata.

Disputas por el negocio

El entramado del negocio carnavalero es cada vez más complejo. En este carnaval se vio claramente con la disputa entre la ACCC y la llamada "comparsa coronadora" porque ambas se creen dueñas de una parte del carnaval. Los "Mamarrachos" y "Patrones", coronadores de este 2009, tienen la pieza asegurada de la coronación pero pelean también por el 50 % de los derechos de transmisión del corso. La ACCC cedió a PAT ese derecho pero los coronadores a la vez negociaron con UNITEL. Ambas cadenas televisivas ahora se hallan en una pelea a muerte. Como en el municipio campea el principio privatizador y ha perdido tuición plena sobre esta fiesta nadie dice nada más bien se ponen de parte de uno y otro como la concejal ucesista Romy Paz que cree correcto apoyar a la ACCC.

Que la ACCC sea dueña y señora del carnaval acentúa cada vez más las deformaciones y características privatizadas de este supuesto evento público y popular. Actualmente la ACCC también ha entregado a privados la construcción de graderías y la comercialización de entradas al corso provocando, según denuncias, que los precios se eleven por las nubes. Como este es un gran negocio la elección de la comparsa coronadora para el 2010 ha sido una gran pelea. Ningún medio ha criticado lo irregular, antiético, privatizador y denigrante el proceso por el cual más de 200 grupos de comparsas inscritas en la ACCC definen, de acuerdo a reglamento elaborado por ellos, cuál será la comparsa coronadora el próximo año. El martes 16, luego de denuncias de todo tipo hasta de compra de votos y conocerse una serie alegatos la votación final favoreció a la comparsa "Fandangos" dejando a los "Taitas" con los crespos hechos. Muchas comparsas han hecho conocer su malestar porque son relegadas pues las condiciones fijadas por ese reglamento son discriminadoras, indican por ejemplo que para ser coronadores hay que tener una boleta de garantía de 50 mil dólares o que comparsas que coronaron en otra oportunidad tienen de entrada 400 puntos a favor.

Como año a año cobra cuerpo el negocio la ambición también crece y ahora los "Fandangos" con marcado carácter centralista proponen extender el carnaval cruceño a todas las provincias, para que dizque no sólo sea "privilegio" de la ciudad sino también de los demás pueblos. Esto es tratar de imponer costumbres y hacer negocios sobre otras poblaciones que tienen el derecho a manejar su propio carnaval.

Los negociantes buscan hacerlo más y más espectacular, creando más eventos, más negocios y dando rienda suelta a cualquier capricho como el obligatorio cierre de calles del centro y otras de más allá, montando en cada cuadra un musicón para que reine el embadurne a medio mundo. Lógico, el consumo de bebida, de comida, las espumas y demás crece. Eso no había antes. Hay quienes dicen que tanto desenfreno está matando al carnaval cruceño porque en vez de atraer hace que mucha gente escape de la ciudad espantada.

Liborio Salazar

(ASC Noticias)

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