martes, 22 de julio de 2008

¿Y tú, eres un turista?

"Así siempre son esos: nunca cuidan las cosas que no son de ellos."

El Mago, en 'Discusiones sobre el Taller'

Una de las frases más facilonas con las que autoridades bolivianas se enjugan la boca --aunque supongo que es lo mismo en otros países-- está en la repetición incesante de la necesidad de invertir más en la denominada 'industria sin chimeneas', el turismo. A veces, por como están planteadas esas ideas, uno podría pensar que cualquier sacrificio es bienvenido si se lo hace en aras de sacarle rédito a los dólares/euros/yenes de los potenciales visitantes de nuestro terruño. Nada malo, considerando que todos tenemos el derecho de circular e ir donde nuestros pies sean capaces de llevarnos y nuestras billeteras puedan costearse el disparate. Pero, y aquí radica el problema, ¿cómo hacer con el turismo depredador, ese que mueve millones de turistas sedientos de aventura, en millones de coches 4x4, consumiendo millones de litros de agua, generando millones de toneladas de basura?

Algunos reportes periodísticos relatan los estragos de practicar el turismo desmedido. Un ejemplo impresionante y lamentable es el de esa mítica --ahora cochina-- montaña: el Everest, donde los turistas, por millones, van dejando año tras año sus desechos regados por doquier con el único afán de 'conquistar la cima del mundo' y, por supuesto, jactarse del hecho tan ufanos como lo hace el adolescente que relata los recuerdos de una farra exagerada a sus amigos.

Alguna vez mencioné al cochino Lago Titicaca con su multitud de hoteluchos contaminantes que funcionan 'sin chimeneas' pero con unos desagües infernales que hacen parecer a aquellas como límpidos manantiales de vida. Alguien me podría recordar la necesidad de no hacer generalizaciones, pero creo que, viendo tantas pruebas irrefutables de contaminación en el lago, es muy difícil no girar la cabeza hacia todos los tipos de industria que se generan en esa región y concluir que, en efecto, el Lago Titicaca está supercontaminado (lo que es también válido para cualquier otra región del mundo o patrimonio cultural o natural que haya sido depredado o vandalizado o contaminado por la industria o el turismo).

Es fácil estimar la capacidad destructiva que las hordas turísticas son capaces de provocar a, por ejemplo, los pisos de algún templo o las ruinas o patrimonios arqueológicos de la antigüedad. Para hacernos una idea de esto sólo basta con darnos una vuelta por algún edificio con alto tráfico de visitantes (no necesariamente turistas). En la UMSA, por ejemplo, basta ver el desgaste sufrido en las losas de las graderías provocados por el paso lastimero de sus estudiantes, docentes, visitantes. Los cantos de las gradas están tan rodados que algunos se han vuelto un peligro para aquellos distraídos que dan un paso en falso poniendo en peligro, con la caída, su vida misma. Imaginemos ahora el desgaste sufrido por monumentos, templos de la antigüedad o sitios arqueológicos que han sobrevivido el paso del tiempo por eones pero que, lastimosamente, han venido a encontrarse con nosotros, los habitantes de la moderna civilización industrial de turismo en masa y lluvia no precisamente vivificadora (el fenómeno de la lluvia ácida, por ejemplo, está ampliamente documentado y es bastante conocido desde hace bastante tiempo).


Creo que el principal problema del turismo está en que los viajeros no han podido comprender, de manera exhaustiva, la necesidad que tenemos como especie humana de preservar las verdaderas riquezas que existen en el planeta. No se puede comercializar con la naturaleza esperando que esta no sufra ninguna consecuencia. Creo que si entendemos que este planeta es nuestro hogar, si lo consideramos nuestra casa, seremos capaces de cuidarlo por ese simple hecho. Si viajamos a cualquier lugar, debemos entender que ese lugar sigue siendo parte de este planeta, que tiene un ecosistema adecuado a su localización geográfica y que debe ser preservado como tal. Debemos entender que los habitantes de la región que visitamos tienen costumbres que son adecuadas al lugar, que debemos respetarlas y que no debemos interferir con ellas. Como viajeros debemos ser responsables de nuestras acciones, de los desechos que generamos (idealmente sin generarlos por montones), del agua que consumimos (sin derrocharla ni contaminarla), sin perturbar la vida silvestre del lugar, sin traficar con ninguna especie, aún cuando sea un diminuto insecto, ni levantar cosas como memento o nostálgica razón, ni destruir el patrimonio histórico del lugar dejando 'recuerdos' marcados en sus estructuras. O, mejor aún, quizás debamos dejar de comportarnos como estereotípicos turistas, y en lugar de sacarnos fotos con los monumentos famosos del lugar disfrutemos de ellos, observémoslos, aprendamos de ellos. No los convirtamos en absurdos objetos de ostentación ni trivialicemos su valor histórico o natural.

Dejemos de ser turistas y seamos verdaderos seres humanos conscientes de que vivimos en una misma casa, que somos diferentes pero que tenemos iguales valores. Es más, borremos las fronteras, reales e imaginarias, eliminemos las diferencias y de una buena vez entendamos que todos somos iguales en derechos, obligaciones y necesidades. Que las plantas, los animales y nosotros nos necesitamos mutuamente, que preservar ese equilibrio es importante y necesario. Entendamos que nuestras acciones tienen siempre un efecto en el resto de sistemas componentes de este planeta y que sólo nosotros tenemos el poder necesario para preservarlos y mantenerlos saludables.


Nota. Este post estaba programado para hace algún tiempo, pero lo retrasé por diversas razones. Lo puse ahora coincidentemente con lo que algunas agencias ecoterroristas de viaje están haciendo en La Paz: promoviendo turismo de aventura en el Parque Madidi, ¡con cacería incluída! Estoy trabajando en la información al respecto para poder desenmascarar a esa gentuza.

Fotos: CC

2 comentarios:

Alexis Argüello Sandoval dijo...

Yo soy turista por un lado y por el otro trabajo en esta actividad económica como es el turismo dentro nuestro país, al ser esta mi profesión en la que siempre seré estudiante.

Consdiero interesante el que se dedique posts a la actividad turística que como tú indicas por lo general es depredadora (siempre y cuando se hable de turismo de masas). Por otro lado pero existen diferentes modalidades de turismo que se ocupan en que la capacidad de carga tenga un impacto mínimo dentro el espacio que es receptor de los turistas.

Como los turistas son humanos tienen us defectos y virtudes, pero esto depende del nivel de sofisticación que tengan. Lastimosamente nuestra demanda real no está compuesta por turistas justificados, sino mochileros y por otro lado turistas de rebalse; todos quienes vivnene a recorrer el país para gastar sus ultimos centavos y muchas veces sin una verdadera curiosidad por nuestros atractivos.

Sin duda hay mucho por hacer y mis aspiraciones al igual que los de algunos crédulos y hasta romanticistas, apuntan a ir contra la corriente y lograr que el flujo turístico se incremente pero en base a turistas conscientes. Asimismo espero pues que no por ello mis connacionales se queden sin la posibilidad de recorrer diferentes parajes contenedores de riquezas naturales y culturales imparagonables.

El turismo es una actividad económica, pero también social, y hasta ecológica. Se debe entenderlo entonces como uan actividad multisecotrial y multidiscipliaria. Lastimsoamente pocos entendemos en nuestro país y en otras partes del mundo esto. O si entendemos nos hacemso a los cojudos.

Mi estimado encontré recientemente tu blog y me parece interesente, fresco y hasta provocador, pero te pido no ofendas y hagas como los medios de incomunciación a los cuales criticas. Existen turistas y turistas, por otro lado existe oferta y oferta, todos ellos los cuales deben ser denunciados y desenmascarados en caso de buscar lucro y solo beneficio sin pensar en la degradación que sufre nuestro planeta y por ello la naturaleza que como simpre es la que termina con las secuelas de neustros actos.

Rspecto a lo de los 7 wonders, por supuesto que esto no es más que marketing y el provecho de una "fundación" sin autorización alguna de la UNESCO. Si ganaramos saldríamos perdiendo por tener que pagar por levantar el nombre de la supeusta denominación. Además nuestra infraestructura y oferta terminaríaa siendo insuficiente. Lo malo, una "inversión" forzada y nada planificada que lleva a pensar que podría utilizarse de otra forma neustros recursos financieros. Lo bueno, algunos de nuestros destinos son conocidos aunque abstractamente por mayor cantidad de pobladores en nuestro país, e incluso se va formando un compromiso poblacional para con el turismo.

Da para largo todo esto. En serio que si. El turismo es al igual que todo tipo de actividad económica un arma de doble filo. Lo sé. Sin embargo como todo se debe minimizar los imapctos negativos para otimizar los beneficios. Busccar que la dicotomía lleve a resutlados deseables.

Probablemente podamos hablar cara a cara en el bloguivianos en caso de que estés presente mi estimado Rebelde, sino de otra forma trataré de seguirte y mantenerme conectado vía tu blog o abriendote las puertas a los míos.

Abrazos fraternos.

Rebelde dijo...

Hola Alexis,

De acuerdo en muchas de tus afirmaciones. Pero, creo que hay una cosa en la que debemos reflexionar muy seriamente y se te olvidó considerarla. La humanidad está multiplicándose muy rápidamente; en los últimos cien años hemos multiplicado nuestra población por varias unidades de magnitud. Es, coincidentemente, el siglo en el que la tecnología y la civilización industrial ha tenido su máximo desarrollo. La excusa del turismo en masa como único culpable depredador ya no basta por esa simple razón.
He viajado a muchos lugares, en todos he sido testigo de la depredación turística de monumentos, reservas ecológicas, patrimonios culturales, históricos, etc. No existe un sólo lugar en el que ese comportamiento irracional no sea evidente. Obviamente, en países 'desarrollados' como Japón, esa destrucción se observa en 'menor' medida, para lo cual hay que tener ojo clínico para detectarla, pues, igual sigue existiendo de manera disimulada, o como 'tradición'. En fin, ese es sólo un ejemplo.
El turismo no debería ser una actividad económica, ni siquiera social debería ser una actividad ecológica, especialmente en nuestros tiempos en los cuales la supuesta 'evolución humana' ha logrado avances científicos, tecnológicos y de conocimiento suficiente como para entender las repercusiones que nuestras acciones tienen sobre el medio ambiente. El problema es que -al menos en Bolivia- ese retraso tecnológico de nuestra educación no ha sido capaz de prepararnos reflexivamente para analizar dicha actividad excesivamente económica, ya que es justamente ese exceso el depredador.
Disculpa si crees que 'ofendo' a los verdaderos culpables de la depredación de nuestro ecosistema, pero yo creo que personas inescrupulosas que hacen ganancia de la naturaleza son simples delincuentes y no merecen ser tratados con delicadeza. Se pueden respetar sus derechos, que es primordial, pero igual deben ser castigados, denunciados y, por supuesto, desenmascarados como lo que son: una gentuza llena de ecodepredadores.

Saludos Rebeldes, eres siempre bienvenido.