martes, 16 de octubre de 2007

Lamentos


Manolo se pasea en medio de las balas. A lo lejos las piedras le gritan su nombre en un idioma desconocido mientras unas sombras -que no son piedras- se le abalanzan blandiendo brazos que no son piel sino que son metal y son polvo y son arena. A Manolo se le pega el olor; su mirada le rinde un regalo que es el reflejo de su vida misma y su voz le niega la voz y se queda mudo de tanto querer gritar en un idioma desconocido.


Las piedras se caen, se levantan otra vez y vuelven a caer. Ahí va Manolo; ahora él vive entre las piedras. Manolo, es la piedra misma hecha carne mustia en primavera y canta su himno en medio de la nada acompañado de un montón de sombras oscuras en pleno día.


Amanece en Zion y Manolo proyecta su sombra oscura mientras descubre que el resto de bultos negros que lo acompañan lo hacen en colores, y un aroma a tierra húmeda, que se extiende desde las alturas del Golán hasta la Perla del Mediterráneo, bautiza los albores de su nuevo amanecer.


Es de día al fin y Manolo puede ver.



1 comentario:

Rebelde dijo...

¡Feliz Cumpleaños!

O_O